Después de tres años, me puedo referir a mí como una mexicana más en el exilio. Cada día que pasa hay más cosas que recuerdo de México con anhelo y también hay más cosas de España que hago mías.
Lo leí en el principito, todo ese rollo de domesticar. No lo entendía, no lo creía. Pero hoy creo que puedo afirma que he sido domesticada por Madrid.