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jueves, 14 de abril de 2011

Graduada en Cutrismo

Cutre:
1. adj. Tacaño, miserable. U. t. c. s.
2. adj. Pobre, descuidado, sucio o de mala calidad. Un bar, una calle, una ropa cutre.

Así es, acabo de graduarme en cutrismo. Todavía no controlo todas sus ramas, pero es oficial, el consejo de cutrismo en bares madrileños me ha otorgado un diploma firmado por los grandes de la industria. 

Mi carrera comenzó hace cuatro años cuando estudiaba Bellas Artes en la Complutense, ahí me encontré con los que serían mis mentores y ahora amigos. Pedro, (evito su apellido para no meterlo en un compromiso con sus demás seguidoras) uno de mis grandes maestros, fue quien me inició. 

El primer bar al que fuimos juntos era un asturiano de dudosa procedencia, en una calle perpendicular a Tribunal. Nos encontramos con un portal, como cualquier otro, desde ahí empezaron mis dudas sobre la calidad del tugurio (nota: el sitio cutre SIEMPRE debe ser de baja calidad). La sorpresa fue que entramos a un ascensor y salimos en lo que parecía un pasillo de una vivienda, sin embargo al dar unos cuantos pasos nos encontramos con el encantador lugar. Lleno de estudiantes, sidra en el suelo, un delicioso olor a croquetas de cabrales y (en esos tiempos) humo de cigarro para regalar, y el guiño al buen cutrismo: cero ventanas.

En ese momento pensé que no podrían existir muchos sitios como aquel, hasta que mis demás mentores se encargaron de comprobarme lo contrario. Mario, Jorge y Daniel tuvieron la habilidad de llevar el cutrismo a un nuevo nivel: SER AMIGO DEL DUEÑO DEL BAR.  Porque a pesar de que los lugares tengan espejos detrás de la barra, baños sin papel ni higiene (después de las 21 hrs), y los zapatos se te peguen al piso, es muy importante tener un buen trato. 



Las recomendaciones de estos personajes están a una manzana de la plaza de Chueca, en la calle de las Infantas. Uno se llama El Respiro, excelentes precios, enormes tapas y muy ricas (puede que haya tenido un trato especial por ir con ellos), ideal para hacer un botellón en mejores condiciones. Otro, La  Pantera Rosa, tiene una característica que lo hace distinto a todos los bares de la zona: son seguidores del Rayo Vallecano (decoración del Rayo casi hasta en el baño). Ahí el trato es más que familiar. En mi última visita el dueño del bar terminó sentado en nuestra mesa, feliz por ser el protagonista de la conversación, (uff!) “¡un mini de calimocho más para mi mesa!” (Aprovechando, con suerte invita el jefe).



Otro de mis mentores se llama Rodrigo.  Él, durante un tiempo se divorció del ya famoso Palentino. Para quienes no lo conocen, el Palentino es un lugar icónico, el típico “bar de viejos” atendido por el famoso octogenario Casto que incluso tiene página de myspace. Por cierto en mi, última visita le pregunté por su famoso “blog” y me dijo que él no lo había hecho, ¡qué lástima!, siempre enseñé el bar como “el lugar donde un viejito tienen un blog”. 



Bueno el punto es que este lugar tiene sus característicos espejos, sus baños en el sótano y sus buenos precios. Lo malo, se atasca, han tenido que poner hasta segurata porque eso se peta (traducción al mexicano: pusieron cadenero porque eso se pone hasta la madre). Conclusión del buen master Roy: nos vamos al bar de al lado (El ACDC), que es igual de cutre y por no ser famoso le da un puntito extra para el submundo cool del cutrismo.

Y por último ¡el gran Maike II! Este bar guarda un lugar especial en nuestro corazón. Todo el grupo de especialistas en cutrismo lo vimos crecer. Parece que al inicio íbamos ahí porque las hijas del dueño estaban guapísimas (acompañadas de una cocina medianamente decente y muy buenos precios), sin embargo, después de unas vacaciones de navidad, regresamos y el progenitor de las bellezas decidió deshacerse de las mesas y dedicarse directamente a las bebidas pre-discotequeras (mex: pre-antreras). ¿Qué es lo que hace del Maike II uno de los mejores lugares cutres de Madrid? Su ingeniosa oferta de bebidas de “marcas blancas” El efecto de Mercadona llega a los bares y nos llena de una profunda satisfacción que por fin alguien nos dice la verdad cuando nos dan garrafón.

Al final la regla de oro la puso Carlos (otro maestro, aunque no se sorprendan si se lo encuentran en el MOMA de vez en cuando), “entre más cutre mejor”.


La regla básica:
alcohol barato  +
mucha comida +
decoración de los 80´s
= bar cutre altamente recomendado

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